Pese a que muchos ya seguían teniendo sueño, era
hora de comenzar el segundo día de campamento y eso requería
levantarse un poquito antes que el día anterior para poder desayunar
y proceder a irnos a la actividad que muchísimos esperaban, el surf.
Para todos los padres que lean esto y quieran ir aprender a hacer
surf, un consejo: cerrad siempre la boca cuando queráis coger una
ola, todos los niños y monitores del campamento os lo dicen por
experiencia. Y es que, tras un viaje en el autobús, llegamos muy
cerca de la playa y nos pusimos en marcha hasta el sitio donde nos
explicarían que es el surf y las primeras pinceladas de como poder
lograr hacer surf.
Nos mostraron unos vídeos y nos explicaron de
donde procedía el surf, qué era el surf y tras tener una ligera
idea de la teoría, nos pusimos los neoprenos y fuimos hacia la playa
cual profesionales con su neopreno y su tabla de surf (tendríais que
a ver visto a mas de uno, con el viento soplando el cabello, parecían
sacado de cualquier anuncio de deportes acuáticos.
Fuimos a la orilla de la playa y nos explicaron
los primeros pasos a realizar. No consistía en subirse a la tabla y
empezar a hacer giros y estar debajo de la ola sino que, para nuestro
asombro, tuvimos que estirar primero las articulaciones para evitar
lesiones y sobre todo para empezar a ejercitar todo aquello que
íbamos a necesitar como ahora os explicaremos.
Consistía en tumbarse en la tabla, observar que
ola quería uno coger, empezar a remar fuerte y cuando sintiese en la
yema de los dedos del pie la espuma de la ola, apoyarse con los
brazos a la altura del pecho, subir la pierna derecha en la parte
baja de la tabla y el otro pie a mitad de la tabla e intentar
mantener el equilibro mientras surfeas la ola... ¿fácil verdad?
Pues os decimos que recordéis el consejo que os dimos antes porque
más de uno bebió más agua en esos momentos que en semanas.
Casi todos pudieron tomar una o dos olas y
mantener el equilibro. Tras acabar esa actividad de no se sabe si
beber agua salada o hacer surf, decidimos irnos a comer un buen
bocadillo y reponer esas fuerzas más que necesarias que invertimos
en la actividad anterior.
¿Si os preguntara que al volver en bus casi todos
nos quedamos dormidos os lo creeríais? Pues en efecto, todos
estábamos muy muy cansados, el surf requiere mucha energía que encima se quema en un momento y la nuestra estaba quemadas al completo. Una vez llegamos a la tarde tocó duchas duchó y rápidamente a cenar.
La actividad de la noche consistía en ver la
película "Vaiana" y los niños que el año que viene
serán monitores charla sobre la importancia de serlo y la responsabilidad que ello conlleva. Unos y otros contentos y con ganas de irse por fin a la cama a coger multi fuerzas para el siguiente día.
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